EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CAYEYE 1

Yo era un niño en una mañana de un ocho de diciembre, tenía mis bolsillos llenos de velas de colores, varias tapas de gaseosa en la mano, un rollito de alambre dulce y un ansia de necedad que no se me iba a quitar hasta no achicharrarme las pestañas de un candelazo. Tres primos y dos vecinos venían tras de mí en confabulación armoniosa, así como quien no quiere la cosa, nos escondimos detrás palo de tamarindo, alistamos el terreno y empezamos por hacer el hoyito en la tierra para poner la vela. Fue en ese momento en que me percaté que no había traído conmigo los fósforos y salí corriendo a buscarlos en la cocina antes de que alguien despertara y nos cogiera infraganti, buscándole cinco patas al gato. Era tempranito, la aurora apenas y rayaba el día y hacía un clima de esos como pa´ camina descalzo en las hojas secas que alfombran el monte.

Busqué por todas partes, pero sólo hallé un par de cajas vacías con el horóscopo al respaldo, entonces me detuve un momento a pensar y recordé que mi padrino fumaba tabaco y que siempre cargaba un encendedor en la mochila, el único problema era que tenía que volarme la cerca y meterme por el portón del patio sin despertar al perro, ya que este tenía la graciosa costumbre de arrastrarme y dejarme encuero. Para suerte mía estaba amarrado y sólo movió el rabo cuando me vio, entonces corriendo quité el gancho del portón y me asomé por la ventana, mi padrino estaba descamisao, acostao en su chichorro con su sombrero de paja en la cara, la mochila estaba en el taburete, cerquita a la puerta. Como él era un hombre de sueño pesao, no iba a ser difícil, pero si me daba un poco de miedo, porque como ese hombre me cogiera curucuteándole las cosas, la limpia que me iba a llevar iba a ser tremenda. En fin, entré por la puerta de la cocina, estaba el radio de la tía Tere prendido, recuerdo que pasaban un capítulo de una radio novela de Corin Tellado, que para ese entonces era de lo que todo el mundo hablaba. Pasé a la sala, abrí las cortinas del cuarto de mi padrino, cogí la mochila y metí la mano, había tres tabacos, una checa de Pepsi, un mazo de pita de saco y el encendedor. Lo tomé, lo probé, vi que servía y me lo metí en el bolsillo, puse la mochila en su lugar y di media vuelta, el enorme retrato de mi bisabuelo me observaba con sus enormes ojos cafés, me asusté y me fui de prisa.  Cuando volví al portón, la vi por primera vez, tenía un vestido azul, estaba descalza y con los cabellos llenos de hojas, traía un calabazo lleno de cerezas rojitas y un mango de hilaza en la boca.

- ¿Quién eres? -me preguntó dejando caer el mango al suelo. -¿Por qué vienes saliendo de la casa de mi tío?
-Es mi padrino. -Contesté.
-Pero él está dormido, ¿Lo despertaste?
-No, no quise. -la veía y trataba de pensar cuantas pecas eran aquellas que habían de lado y lado de su nariz.
-Menos mal, el pobre no pudo dormir de la fiebre, anoche le picó un alacrán y mi mamá fue a comprarle algo para que se le quite el dolor.

Ella hablaba distinto que cualquiera que yo conociera, sus ademanes y sus gestos no eran como los de las niñas de por allí, sin embargo, tenía ese gusto imperdible por las cosas bonitas y sencillas del pueblo, solo verla descalza sin ningún apuro, con los cabellos alborotados, la cara mugre y el vestido manchado de mango, me daba un cosquilleo en el pecho que cuando eso no sabía que era. Esa mañana supimos hablar bastante, cosas de niños, no sé, pero disfruté su compañía como si nunca hubiese conocido a alguien que me agradara. Cuando me acordé que había dejado a los pelaos esperándome detrás del palo de tamarindo, ya el sol había disipado el frío, entonces la invité y ella me siguió entusiasmada, pero cuando llegamos ya no había nadie, solo el hoyito en la tierra, el alambre en el suelo y el poco de velitas de colores. Fue cuando le inventé la primera historia y le dije que antes de que la candela soplara, había que pedir un deseo. Si yo hubiese sido más listo, tal vez hubiese pedido no crecer y que el tiempo se congelara en ese pedacito de mi vida, ser el Peter Pan de aquel pueblito y ser felices jartanto ciruelas y mamones, cogiendo caracoles en el arroyo o robándonos las mandarinas de la vecina, pero sólo basta tener la oportunidad para no saber qué hacer con ella. Una mañana salí a esperarla en la cerca como todos esos días, fue el día en que ella se fue por primera vez, me dio tanta rabia que duré meses sin ir a la casa de mi padrino, cuando llegaba del colegio me iba con mi abuelo para la parcela y lo ayudaba a limpiar el cultivo del guineo, luego regresaba cansado nada más a dormir, buscando de ese modo desacostumbrarme, pero que va, a veces me quedaba mirando para el techo y sin darme cuenta tenía una sonrisa de oreja a oreja provocada por un recuerdo de ella, lo bueno fue que el tiempo también se esfumó cuando por fin se me pasó la rabieta, no sé cuántos años pasaron, una mañana una silueta atravesada por la luz del sol me levantó la mano y me saludó desde la puerta, dio un paso hacia adelante y me sonrió, entonces volví a ver aquellas malditas pecas que me pasé contando en mi cabeza durante todas esas noches, supe que no la había dejado de extrañar.


Comentarios

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  2. Amo esta historia. Leo, releo y no me canso de leer.
    Orgullosa de mi herencia y de mis costumbres! Gracias por el tiempo que dedican a la redacción de cada una de estas líneas.

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  3. Vas muy bien sólo hay que pulir un poquito ☺ estudias licenciatura o algo así? Saludos desde California USA 🥈♥️

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    1. No, de hecho soy administrador de empresas, pero me encanta esto. Saludos, gracias por tu comentario

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  4. Esta súper bueno la verdad, quisiera leer otros que ya estén escritos por ti ❤ sigue así y que Dios te siga bendiciendo 😍❤

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  5. Excelente continúa me remonte a mi infancia hermosa época te felicito

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  6. Pa cuando él libró físico con todas estas historias bacanas loco 😂�?

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  7. Esto es lo que falta.. literatura criolla muestre lo bonito de nuestro pais de nuestra costa.. espero leer un libro suyo algun dia

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  8. Hasta ahora tengo la maravillosa oportunidad de leer tus hermosas líneas, y de verdad me encantan y hoy que pude conocerte eres super genial ... eres grandeee !! Continua así y supérate cada día más !
    Deseo que todo lo lindo y bueno te busque te encuentre y se quede contigo 😚

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  9. Que chévere estas historias que cuentas, me hacen recordar lo bonita que fue la vida conmigo, cuando era niña 😚

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  10. @primo ECosta, Dios te bendiga. Deberías escribir mi historia con el costeño que me enseñó estos cuentos o historias, no sabes cómo me alegraban la noche escuchando su voz detrás del teléfono mientras me las contaba con su acento. Me encanta

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